Terracota, blanco y marfil. Colores que la visten de alegría y atraen desde lejos.
La silueta del campanile asoma entre los techos del centro histórico de Salta, faro inconfundible de los vestigios de un glorioso pasado colonial.
San Francisco fue y sigue siendo, mi gran amor en Salta. La que me deslumbró la primera vez que vine a esta ciudad, 5 años atrás. La vi tantas veces y cada vez que la veo me vuelve a enamorar.

★ Su historia está surcada de contratiempos. El primer edificio, del 1625, era muy precario. Se construyó un segundo templo en 1674, que fue destruido por un incendio en el siglo XVIII. Siguieron otros dos incendios, errores en la construcción y la decadencia económica de Salta por la guerra de la Independencia. San Francisco quedó casi en las ruinas, hasta que en 1857 empezaron los trabajos de su reconstrucción.
★ Complejamente ornamentada con guirnaldas, flores, escudos y ventanas ciegas. Falsas cortinas de estuco engalanan los arcos de su entrada, una bienvenida triunfal al espectáculo que te espera en su interior.
★ La escultura del frente es de San Francisco de Asís, el fundador de la orden de los frailes.
★ Su campanile es el más alto de Sudamérica, tiene 54 metros de altura.
★ En el interior hay una representación de la Virgen de la Dulce Espera del siglo XIX.
★ Fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941 y Basílica Menor en 1992.
★ El 13 de marzo de 1813, Manuel Belgrano estuvo presente en la misa fúnebre que se realizó en honor de vencedores y vencidos en la batalla de Salta del 20 de febrero del mismo año. Con el bronce de los cañones usados se creó la Campana de la Patria.
★ Se puede visitar el interior del convento y subir al campanile. Hay varios tours que se realizan todos los días. Y el espectáculo de luces y sonido “Luces de paz y bien” es muy recomendable. Un relato audiovisual de los 500 años de historia del convento.
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